Visitando a un "Anti-mormón"

Barranquilla, 24 de febrero de 2015

Como estas mi querido amigo, hoy quisiera contarte algo que me sucedió el domingo pasado, primero tengo que decirte que hace más de 7 meses que deje de asistir por completo a la iglesia, antes había estado yendo de manera irregular, pero desde entonces no pude seguir asistiendo más porque no podía sentirme bien en un lugar donde solamente se me “invitaba”, yo diría obligaba, a asistir todos los domingos por tres horas y algunas más después de las reuniones dominicales, visitar mensualmente a entre cuatro y seis familias del barrio, leer las escrituras (dicen escrituras pero en verdad quieren decir El Libro de Mormón) todos los días sin importar si el tiempo me lo permitía o no, “servir”, yo diría trabajar gratis, en un “llamamiento” que ocuparía todo mi tiempo libre, alejarme de mi familia pero enseñarle a los demás que deben pasar tiempo juntos como tal, pagar el diez por ciento de mis ingresos sin falta, aunque eso signifique no pagar servicios públicos, alquiler, alimentación, y cualquier otro gasto importante de mi casa, y además, contribuir con ofrendas de ayuno, construcción de templos, servicio misional y otras contribuciones “voluntarias” , no poder hacer nada para divertirme o pasar momentos agradables con mi familia y amigos un domingo (único día que por lo general no tengo que trabajar) por que casi todo es técnicamente un pecado, hasta comprar lo que vas a comer o ver un programa de televisión, y la lista sigue y sigue, y a pesar de todo eso, así lo cumplas al cien por ciento, seguirás siendo un “Siervo inútil”. 

Como te decía hace siete meses más o menos decidí dejar de sentirme mal por cosas que aún ni siquiera había hecho y no fui más a la iglesia, desde entonces nunca recibí una sola visita de mis maestros orientadores ni de cualquier otro líder o hermano, lo cual no es raro por que es muy difícil poder cumplir al cien por ciento con todas las “asignaciones” que te imponen en la iglesia y más con el hecho de que no somos prioridad mientras no estés diezmando, pero, lo curioso, o mejor extraño, es que cuando supieron que he estado investigando la historia real de la iglesia, sin blanqueador, sino así tal como es, y que había estado conversando sobre el tema con mis “amigos” o “hermanos” de la iglesia, entonces, me convertí en prioridad, así que tuve el “honor” de recibir la visita de “mi” obispo y su primer consejero en mi casa, ¡vaya sorpresa!.

Al principio pensé que su visita se debía a que era necesario para ellos rescatar a una oveja descarriada del redil, pero una vez nos pusimos “francos” y empezamos a hablar, así como dicen acá en mi país a calzón quita’o, descubrí que este servidor se había convertido, para ellos, en un “anti-mormón” que estaba dañando el “buen nombre” de la iglesia y que se me “prohibía” continuar con mis investigaciones y conversaciones sobre estos temas con aquellas personas que en pleno uso de su libertad querían conocer sobre ellos de fuentes objetivas y no de la iglesia que por demás había demostrado que solo deja salir a la luz aquello que le conviene y gasta mucho dinero para mantener en la sombra lo que no.

En realidad me molesto mucho que se dijera que yo estaba dañando el “buen nombre” de la iglesia mormona, cuando solamente estaba diciendo la verdad, verdad demostrada con pruebas y registros de hechos históricos, pero la verdad a ellos no les gusta porque, como dijo Nefi (bueno en realidad fue José Smith, ya que él invento el libro de Mormón), la hallan dura pues los hiere hasta el centro (1 Nefi 16:2), y se olvidan que el maestro de maestros, el carpintero de Galilea, Jesús, al que ellos dicen seguir dijo: y CONOCEREIS la VERDAD, y la VERDAD os hará LIBRES (Juan 8:32), así que si la verdad daña el buen nombre de algo o alguien, solamente quiere decir que ese algo o alguien dañó por si mismo su nombre y no aquel que mostró esa verdad, o su analogía sería, que si alguien ve a otro cometer un delito y testifica ante juez lo que vio, ¿este estaría dañando el buen nombre del delincuente?, me perdonan pero no comparto su afirmación. Si no se cuenta la verdad, entonces si se estaría dañando pero a todo aquel que ha sido víctima de engaño por años, y, podría ser tildado de su cómplice, lo cual no quiero ser.

En cuanto a su “prohibición”, aunque tengo que decir que no usaron esa palabra, ya que ellos están muy acostumbrados a “persuadir” con sutileza, quiero decir, que Colombia sigue siendo un país libre con derecho a expresarse siempre y cuando no se difame ni se mienta, cosa que no estoy haciendo pues todos son hechos históricos, además, si la iglesia mormona tiene derecho de organizar y adiestrar a más de 60.000 misioneros para llevar su mensaje “disfrazado” al mundo, por que no puedo yo enseñar algo que, yo creo, hace más bien que mal, no creo que uno solo pueda luchar contra más de 60.000, y como dice un “dicho” acá en mi tierra, “una golondrina no hace verano”, entonces por que se preocupan tanto.

Por último, quiero expresar que de verdad entiendo que los líderes locales malgasten su tiempo y esfuerzos visitando a un “anti-mormón”, pero no para hacerlo volver al “redil”, sino para callarlo, porque, y me da pena y tristeza decirlo, fui uno de ellos, por lo tanto, sé de primera mano lo que sienten y piensan, que están haciendo la obra de Dios y destruyendo la del diablo, cuando en realidad, y si despertaran de ese sueño causado por años de engaños, se darían cuenta que solamente son títeres de un grupo selecto de quince hombres mal llamados “profetas videntes y reveladores” y de otros pocos colaboradores, que han gastado millones de dólares (que por cierto no son los dólares de ellos sino de nosotros mismos los diezmadores) para mantenerlos aletargados y sumidos en el sueño de la ignorancia, ¿como la ven?, pagamos para ser engañados. Por eso los comprendo y de verdad no les guardo rencor, pues bien lo dijo el filosofo alemán Karl Marx, “LA RELIGIÓN ES EL OPIO DEL PUEBLO”.

Confió que algún día mis amigos mormones dejarán de ser consumidores de ese “OPIO” y volverán a descubrir la verdadera felicidad que trae la libertad de la que habló hace ya casi dos mil años el antes mencionado maestro Jesús de Nazaret, esa LIBERTAD que trae la VERDAD.

Attentamente