sábado, 17 de octubre de 2015

Los Adventistas del Séptimo Día y Sus Violaciones de los Derechos Humanos



A Continuación un extracto de un interesante libro sobre las sectas, escrito por un ex adventista del séptimo día, Pedro Leonardo, llamado "Cuatro décadas de violaciones", en él el autor nos hace un bosquejo sobre dicha secta y la manera en que acaba con la personalidad, vida y finanzas de los adeptos. El extracto nos muestra esa cara de la secta adventista que, siendo su verdadero rostro sin disfraz, coarta las libretades humanas, haciendo de sus miembros unos verdaderos esclavos.
 

Violaciones de los derechos humanos en la Iglesia Adventista
En cierta ocasión, viajaba de Santo Domingo, capital de la República Dominicana, a Santiago de los Caballeros, la segunda ciudad más importante del país. Cruzando por aquellas tierras, de las cuales Cristóbal Colón dijera: “son las tierras más hermosas que ojos humanos hayan visto”, decidí descansar un rato y conversar con mis viejos amigos de la Universidad Adventista Dominicana, ubicada en la comunidad Sonador, del municipio de Bonao.
En vista de que había nuevas construcciones y las oficinas no estaban donde yo las había dejado, veinte años atrás, pregunté cuál era la oficina del decano académico y qué sorpresa más grande me llevé, cuando oí una voz amable y sonriente que me dijo: “Pedrito: ¿cómo estás?”. Me sentí completamente gozoso, cuando mi viejo amigo y yo nos confundimos en un emotivo abrazo, porque desde que nos graduamos en Montemorelos, México, no nos veíamos. Amablemente, me invito a pasar a su oficina.
Después de hablar de tacos, chiles y otros platos mexicanos, le dije: ¿Sabes que me preocupa mucho que aquí se estén violando los derechos humanos? El, muy asombrado, me dijo: “Y, ¿cuáles son esas violaciones?”
Aquí no hay libertad de expresión, no hay libertad de conciencia, no hay libertad de comer lo que uno quiere, no hay libertad de culto y no hay libertad de casarse con quien uno quiere, le contesté.
Mi amigo, el decano, se tomó un buen tiempo en silencio, me miró fijamente a los ojos y luego bajó la vista al escritorio, como buscando algo que no encontraba. De nuevo, me miro fijamente y me dijo: “En cuatro tienes razón, pero en una no tienes razón”.
Con manifestación de asombro, le dije: ¡Maravilloso! De cinco puntos te saqué cuatro buenos. ¿En cuál no tengo razón?,
¡OH! Aquí no se fuerza a los estudiantes a comer lo que ellos no quieren.
Dime algo: ¿pueden los estudiantes comer carne en los internados?, insistí. Nuevamente, me miró a los ojos, y casi sin titubeos, me dijo: “En esa también tienes razón”.
Hoy, en el 2009, veinte años después de esa experiencia, me vuelvo a compungir al recordar que en todas las universidades Adventistas -llámese Instituto Colombo Venezolano, Montemorelos, Atlantic Unión College o Colegio Antillano- no hay libertad de expresión, no hay libertad de conciencia, no hay libertad de comer lo que uno quiere, no hay libertad de culto y no hay libertad de casarse con quien uno desee.
Amigos: eso es escalofriante. Ellos todo lo justifican diciendo que son las reglas, pero los derechos humanos son derechos humanos y reglas son reglas. Nunca podemos confundirlas.
“Sin libertad de pensamiento, no existen ningunas otras libertades.....”
Realmente, la Iglesia Adventista es una secta destructiva, es una secta barata que hace más mal que bien. Igual opinión tenemos con respecto a los Testigos de Jehová, los Mormones y la propia Iglesia Católica Romana.
Por este medio, hago un llamado al presidente mundial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, con sede en Washington DC -donde también tenia muchos amigos y que probablemente sean mis enemigos-, a los rectores de todas sus universidades adventistas -a muchos de ellos los conozco-así como también al Centro de Fideicomiso de los escritos de Elena G. de White, que deben planificar para corregir esos errores.

El gran problema de esta situación es que esta secta destructiva es un hilo de poder que los gobiernos del mundo tienen, y como los mismos gobiernos violan los derechos humanos, y como estas sectas destructivas les proporcionan los votos para que ellos lleguen al poder –este no es necesariamente el caso de los Testigos de Jehová- no están dispuestos a someter a estas sectas al pleno cumplimiento de los derechos universales. En cambio, son complacientes con ellas. Algún día tendremos leyes para esos transgresores.


Luz y sombra
En el año 1980, en la ciudad naranjera de Monte Morelos, perteneciente al Estado de Nuevo León, y ubicada a 900 kilómetros del distrito federal de México, justamente a 350 kilómetros de la frontera con Texas, me levanté muy temprano, porque era un día especial, ya que el presidente mexicano, José López Portillo, estaría de visita en la Universidad de Montemorelos.
Como estudiante de cuarto año, ocuparía uno de los primeros asientos. Por cierto, me ubicaron en la tercera fila, frente al Presidente López Portillo. Mientras escuchaba junto a estudiantes y profesores de 42 países, me preguntaba por qué la Facultad de Teología (FATAME) de la Universidad Adventista de Montemorelos, no tenía el letrero que todos los días veía.
Profesores y estudiantes me explicaron que en México estaba prohibido enseñar Teología, y porque el Presidente de la Nación estaba ahí, quitaron el letrero. Es por eso que todos los templos, no importa la denominación religiosa a la que pertenezcan, tienen un letrero en la puerta frontal que dice: “Este edificio es propiedad del Estado.”

Como ustedes pueden observar, en esta imagen de satélite, todos los edificios de la universidad de Montemorelos están debidamente identificados, menos el Departamento de Teología. La razón es muy simple: las sectas destructivas, bajo la sombra, ocultan cosas que los “hijos de la luz” desconocen totalmente.

En otras secciones de esta obra, soy claro al explicar que la Iglesia Adventista del Séptimo Día, al igual que Testigos y Mormones, es una secta dañina. Les recordaré que es dañina, porque usa métodos coercitivos, es decir, en contra de la voluntad del creyente, destruyéndole su medio social, su medio familiar y, sobre todo, el económico, porque todo creyente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día debe darle a la secta el 34% de su tiempo-dinero, óigase bien que he dicho, el 34 por ciento: el 10% en dinero, 14% el día de reposo (que es la séptima parte), ofrendas aproximadas al 5%, otros días de reuniones y varias horas de servicio a la semana .La secta destructiva siempre le oculta a los adeptos, o sea, a sus creyentes, sus verdaderos objetivos: poder, dinero y fama, En otros artículos de este mismo libro, explico cómo engañaron al pastor Ruiz, de la Asociación Dominicana del Norte, de los Adventistas del Séptimo Día, al ex pastor Mario Cabrera y al pastor Rivera con una suma de más de 35 mil dólares por una organización de mafiosos vestidos de pastores, con sede en Estados Unidos.
Hace algunos años que el Parlamento Europeo se pronunció en cuanto al peligro de las sectas. Una de las sectas más afectadas fue la Iglesia Adventista del Séptimo Día por su violación a los derechos humanos. Como ex pastor de la Iglesia Adventista, sé muy bien -y ellos lo saben- que en dicha secta no hay libertad de expresión, no hay libertad conciencia, no hay libertad de culto, ni hay libertad de comer lo que uno quiere. Esa secta destructiva nunca le dice a los creyentes sus verdaderos objetivos, que son: poder, dinero y fama.
Después de haber trabajado para esa secta destructiva por alrededor 20 años y conocerla por más de 40 años, le advierto a todo ser humano que quiera ser honesto que la Iglesia Adventista es un centro de violación de los derechos humanos, es una fabrica de terrorismo y el mejor camino para ir a parar aun centro psiquiátrico.


Jabón o queso
 Un joven con muy buena presencia, en corbata y con un maletín, entra a un colmado (bodega), y dice:
“Dame un pedazo de ese queso”.
Y el empleado del colmado, que tenía alrededor de cincuenta años, pero que por su forma de actuar parecía un profesional, le dijo al joven:
El joven, con su porte arrogante, le repitió:
“Eso no es queso, eso es jabón”.
“Le dije que me dé un pedazo de ese queso”.Nuevamente, el trabajador del colmado le dijo:
“Es que eso no es queso, eso es jabón”. Por la insistencia del jovenzuelo, el señor del colmado le vendió el “pedazo del queso”.
Al cabo de un rato, el joven tenía la boca llena de espuma y todos los que estaban en el colmado le oyeron decir:
“Es verdad que sabe a jabón, pero es queso”....

Comentario de Libre Pensador

Muchas veces, cuando estamos en manos de los cultos destructivos tendemos a creer, pues para eso somos programados, que estamos en la organización más maravillosa del mundo, y que somos muy afortunados por hacer parte de los elegidos de Dios, por lo que pasamos por alto, o nos hacemos de la vista gorda, cuando se nos violan nuestros derechos, tal como el autor del libro citado nos lo dice, y en ocasiones atacamos a quienes intentan hacernos ver el hoyo en el que nos encontramos.

Entonces pasamos a ser como el jóven del relato, quien a pesar de carecer de la experiencia y el conocimiento de la persona que le aseguraba que era jabón, insistía de forma arrogante, y peor aún, luego del mordisco, continuaba en su terquedad.

No nos hallemos en la posición de éste jóven que, ante la evidencia física, prefiere enterrar su cabeza en la arena.  

Pedro Leonardo narrando su historia.

6 comentarios:

  1. Al parecer eres un psiquiatra por bluetooth. Solo un tonto hace afirmaciones sin bases.

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  2. Gracias por hacerse eco de mis vivencias, muy agradecido. Pedro Leonardo, autor del libro, Cuatro décadas de violaciones.

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  3. Leí lo que ha escrito porque soy una persona dispuesta siempre a aprender y dije: -talvez existe algo de lo que deo aprender aquí.
    Pero no. Toda persona que ingresa a una religión es LIBRE de salirse cuando guste. Como todas las organizaciones requieren recursos para dar a conocer su mensaje, ya sea enviando misioneros o a través de distintos programas. Los alumnos que son internos (por voluntad propia pudiendo retirarse cuando gusten) saben desde que entran que hay comida vegetariana muy rica y balanceada y que si definitivamente no les gusta pueden ir con el encargado por un permiso para salir del plantel (esto porque los padres confían sus hijos a la institución y debe haber un control por su seguridad) y ellos van a comprar la comida que gusten. Por el contrario a cerca de que no hay libertad de pensamiento. Una de sus creencias es el LIBRE ALVEDRÍO. Saludos

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    1. Tu respuesta es Falsa e hipocrita, por que si hubiera Libre Alvedrio, tu secta no te estubviera imponiendo una doctrina de su "profetisa" Elena de White paralela a la palabra de dios escrita en la Biblia.entonces donde esta el libre Alvedrio??

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