martes, 8 de septiembre de 2015

¿Por que es Cristiano el Mundo Occidental?

Icono donde aparece Constantino presidiendo el Primer Concilio de Nicea (325) y teniendo anacrónicamente el texto del Símbolo niceno constantinopolitano en la forma adoptada en el Primer Concilio de Constantinopla (381) con el inicial πιστεύομεν (creemos) sustituido por πιστεύω (creo), como en la liturgia.
El entorno religioso occidental es ampliamente dominado por el cristianismo, pero alguna vez nos hemos preguntado ¿por que es el cristianismo quien domina y no otra religión? Para entender las razones de tal dominio debemos adentrarnos en sus orígenes.


Introducción


Mitra "El buen Pastor"

Suponiendo que la historia de los evangelios sea real, ya que en realidad no hay forma de demostrar que los tales sean registros históricos fidedignos, podríamos datar el origen de la corriente conocida como cristianismo a partir del año 30 D.C., cuando Jesús de Nazareth inicia su ministerio, pero antes de eso es importante anotar que dicho personaje era judío y fue por tanto educado bajo esa tradición religiosa, por lo que es normal leer en el Nuevo Testamento a un Jesús predicando en las sinagogas. Pero siendo así, ¿por que su propio pueblo le rechazó?, sencillo, por la calidad de su mensaje revolucionario que iba en contra de la autoridad eclesiástica judía (que también era civil), y enseño cosas contrarias a las del venerado legislador judío, Moisés, haciendo que se abolieran, o mejor, como el mismo dijo, cumplieran, las leyes pasadas tales como el "ojo por ojo y diente por diente", reemplazándolas con "a quien te golpee la mejilla derecha, dale también la izquierda", etc. 

Además de todo esto, y quizá la gota que rebozó la copa de las autoridades judías, fue la doctrina de ser "dios o hijo de Dios" y "mayor que Abraham", por lo que se desplegó una encarnizada persecución en torno a su persona y sus discípulos. 

A Jesús nunca se le vio organizando iglesias, es más, el entraba y leía El Tanaj en las sinagogas judías como ya lo mencionamos, siempre estaba acompañado de sus apóstoles (discípulos principales) pero no organizando cleros ni nada por el estilo, por lo que es un absurdo que ahora tantas iglesias quieran adjudicarse una sucesión autorizada de él.

Como consecuencia de la persecución de la que fue objeto Jesús fue asesinado, lo que dejaría al discipulado creyente a disposición y guía de los apóstoles. La persecución continuó hasta tomar proporciones mayores uniéndose judíos y romanos en una verdadera guerra anticristiana, dejando como resultado el asesinato de la mayoría de éstos, incluyendo los apóstoles, por lo que los cristianos tuvieron que ser ingeniosos a la hora de escapar del asedio y así poder continuar con su fe, pero ésto trajo muchos inconvenientes ya que las doctrinas fueron tomando rumbos contrarios al faltar una voz reconocida o autorizada por el fundador, por tal motivo, durante el primer siglo y gran parte del segundo después de cristo, existían congregaciones cristianas en algunas ciudades del imperio que eran lideradas por un obispo como cabeza de cada congregación, pero que eran independientes entre sí sin estar confederadas o unidas sino solo por la creencia en Jesucristo, por lo que podemos asegurar que la iglesia como la conocemos hoy día no existiría sino hasta dos siglos después de Cristo, y parte del tercero.

Así llegamos a ser crisitianos


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Constantino I - Basílica Nova de Roma.
Recordemos que la iglesia católica, o la "madre iglesia", afirma ser sucesora del trono de Pedro, y que éste fue el primer Papa. Sin embargo, bíblicamente hablando, Jesús nunca nombro a éste como tal, y la verdad histórica señala que el título "Papa" fue aplicado solo hasta el siglo XI cuando Urbano II, Obispo de Roma, propuso que se usara el mismo para denominar a los llamados "pontífices romanos", haciendo de éste mismo, Urbano II, el verdadero "primer Papa".

Tal como lo hemos dicho, el imperio romano fue un duro perseguidor de los cristianos, entonces nos preguntamos, ¿como es que es Roma desde donde se gobierna y difunde el cristianismo? y ahí es donde se pone la cosa interesante.

Durante el siglo III, el Obispos de Roma, al estar en la capital del imperio, debía también tener prominencia sobre los demás obispos y por tanto sobre las demás congregaciones, y en los años sucesivos dicha prominencia fue tomando forma y fuerza hasta tener control total sobre una iglesia ahora mundial. 

La supuesta supremacía del obispo de Roma sobre los demás es basada en algunas cartas, tales como una escrita poco después del año 100 por san Ignacio de Antioquía a los de Esmirna (capítulo 8) es el texto más antiguo que se conserva en el cual se usa el término ἡ καθολική ἐκκλησία (la Iglesia católica o universal): "Allí donde aparezca el obispo, allí debe estar el pueblo; tal como allí donde está Jesús, allí está la Iglesia católica." De esta Iglesia él evidentemente excluía a los herejes, contra los cuales usó palabras muy fuertes: "fieras en forma humana - hombres a quienes no sólo no deberíais recibir, sino, si fuera posible, ni tan sólo tener tratos con ellos" (capítulo 4), donde demostraba su profundo "amor cristiano". 

El mismo Ignacio de Antioquía testimonia la existencia de una jerarquía de tres grados que consistía en obispos, presbíteros (sacerdotes) y diáconos. En el siglo III, san Cipriano, obispo de Cartago, habla de una jerarquía monárquica de siete grados, en la cual la posición suprema la ocupaba el obispo, mostrando así una evolución organizacional, contrariando al supuesto fundador (Jesús). En esta jerarquía el obispo de Roma ocupaba un lugar especial, en cuanto a ser sucesor de san Pedro, sin embargo, las referencias son abundantes a partir del siglo III, en cambio las del siglos anteriores suman solo dos.
Resultado de imagen para Ireneo de Lyon, Adversus haereses, Libro III, 1.3.1
Como sería demasiado largo enumerar las sucesiones de todas las Iglesias en este volumen, indicaremos sobre todo las de las más antiguas y de todos conocidas, la de la Iglesia fundada y constituida en Roma por los dos gloriosísimos Apóstoles Pedro y Pablo, la que desde los Apóstoles conserva la Tradición y "la fe anunciada" (Rom. 1,8) a los hombres por los sucesores de los Apóstoles que llegan hasta nosotros.
Ireneo de Lyon, Adversus haereses, Libro III, 1.3.1
A pesar de la supremacía auto adquirida por los obispos de Roma, los cristianos seguían siendo perseguidos tanto por judíos como por romanos, sin embargo, en medio de esta puja por quien tenía supremacía sobre quien, además de el claro desorden doctrinal y organizacional que de esto surgía, aparece Constantino I el Grande, o mejor, Flavio Valerio Aurelio Constantino, (Naissus27 de febrero de c. 272 – NicomediaBitinia y Ponto22 de mayo de 337) fue Emperador de Roma desde la proclamación por sus tropas el 25 de julio de 306, y gobernó un Imperio Romano en constante crecimiento hasta su muerte. 

Su relación con el cristianismo fue difícil, ya que fue educado en la adoración del Dios Sol (Sol Invictus), cuyo símbolo portaba y cuyo culto estaba asociado oficialmente al del emperador.

Crismón, símbolo de Constantino I
Su conversión, de acuerdo con Eusebio de Cesarea en su Vita Constantini, fue el resultado inmediato de un presagio antes de su victoria en la batalla del Puente Milvio, el 28 de octubre de 312. Tras esta visión, Constantino instituyó un nuevo estandarte para marchar a la batalla al que llamaría Lábaro. La visión de Constantino se produjo en dos partes: En primer lugar, mientras marchaba con sus soldados vio la forma de una cruz frente al Sol. Tras esto, tuvo un sueño en el que se le ordenaba poner un nuevo símbolo en su estandarte, ya que vio una cruz con la inscripción "In hoc signo vinces" (Con este signo vencerás). Mandándolo pintar de inmediato en los escudos de su ejército, venció a Majencio. Se dice que tras estas visiones, y por el resultado militar de la batalla del Puente Milvio, Constantino se convirtió de inmediato al cristianismo, pero se podría decir que fue más bien simpatizante pues no se bautizó, aunque dicha simpatía era, tal vez, movida por conveniencias políticas. 

Poco después de la batalla del Puente Milvio, Constantino entregó al papa Silvestre I un palacio romano que había pertenecido a Diocleciano y anteriormente a la familia patricia de los Plaucios Lateranos, con el encargo de construir una basílica de culto cristiano. El nuevo edificio se construyó sobre los cuarteles de la guardia pretoriana de Majencio, los Equites singulares, convirtiéndose en sede catedralicia bajo la advocación del Salvador, substituida ésta más tarde por la de San Juan. Actualmente se la conoce como Basílica de San Juan de Letrán. 

En 324 el emperador hizo construir otra basílica en Roma, en el lugar donde según la tradición cristiana martirizaron a San Pedro: la colina del Vaticano, que actualmente acoge a la Basílica de San Pedro. En el 326, apoyó financieramente la construcción de la iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén.

Cristo con la Cruz frente al Sol
En febrero del año 313, y probablemente aconsejado por Osio, Obispo de Córdoba, Constantino se reunió con Licinio en Milán, donde promulgaron el Edicto de Milán, declarando que se permitiese a los cristianos seguir la fe de su elección. Con ello, se retiraron las sanciones por profesar el cristianismo, bajo las cuales, muchos habían sido martirizados como consecuencia de las persecuciones a los cristianos y se devolvieron las propiedades confiscadas a la Iglesia. El edicto no sólo protegió de la persecución religiosa a los cristianos, sino que sirvió también para las demás religiones, permitiendo que cualquier persona pudiese adorar a la divinidad que eligiese, aunque más tarde, él mismo instigaría la supresión de las creencias contrarias al cristianismo estatal. Un edicto similar ya se había emitido en el año 311 por Galerio, entonces emperador, primero entre sus iguales, de la tetrarquía. El edicto de Galerio concedía a los cristianos el derecho a practicar su religión, pero no a recuperar los bienes confiscados. El Edicto de Milán incluía varias cláusulas que establecían que todas las iglesias confiscadas durante la persecución de Diocleciano, serían devueltas, así como otras disposiciones sobre los anteriormente perseguidos cristianos. Sin embargo y de hecho, a partir de ese punto el cristianismo pasa a adquirir el estatus de religión privilegiada y se inician las persecuciones a las demás religiones (Bergallo, Sergio La Desaparición De Los Dioses p. 466)

En el año 314, inmediatamente después de su plena legalización, la Iglesia cristiana ataca a los paganos: en el Concilio de Ancyra, se denuncia el culto a la diosa Artemisa

En 326 Constantino ordenó la destrucción de todas las imágenes de los dioses y la confiscación de los bienes de los templos. Ya en 319 había prohibido la construcción de nuevas estatuas de los dioses y que se rindiera culto a las existentes. Muchos templos paganos fueron destruidos por las hordas cristianas y sus sacerdotes fueron asesinados.

Entre el año 315 y el siglo VI miles de creyentes paganos fueron asesinados. 

Entre 316 y 326 se proclaman una serie de disposiciones que favorecen al cristianismo frente a la religión tradicional (prohibición de las haruspicia, la magia y los sacrificios privados, exención fiscal a los clérigos cristianos, se otorga jurisdicción a los obispos...), aunque el cristianismo no se convierte en la religión oficial del Imperio romano hasta el Edicto de Tesalónica de 380. En Dydima, Asia Menor, es saqueado el oráculo del dios Apolo y torturados hasta su muerte sus sacerdotes paganos. También son desahuciados todos los paganos del monte Athos y destruidos todos los templos paganos de ese lugar.

En el año 326, el emperador Constantino, siguiendo las instrucciones de su madre Helena, destruye el templo del dios Asclepio en Aigeai de Cilicia y otros muchos templos más de la diosa Afrodita...: en Jerusalén, en Afka, en el Líbano, en Mambre, en Fenicia, en Baalbek, etc.

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Arco de Constantino cerca del Foro Romano
En el año 330 el emperador Constantino roba todos los tesoros y las estatuas de los templos paganos de Grecia, para llevárselos y decorar su Nova Roma (Constantinopla), su nueva capital del Imperio romano, y de ésta forma es afianzada la creencia en la religión estatal, fraguada para unificar el imperio a los pies del emperador. 

Tras el edicto de Milán, se abrieron nuevas vías de expansión para los cristianos, incluyendo el derecho a competir con los paganos en el tradicional "cursus honorum" para las altas magistraturas del gobierno, otorgando privilegios al clero (exención, por ejemplo, de ciertos impuestos), así como también ganaron una mayor aceptación dentro de la sociedad civil en general. Se permitió la construcción de nuevas iglesias y los líderes cristianos alcanzaron una mayor importancia (como ejemplo de ello, los obispos cristianos adoptaron unas posturas agresivas en temas públicos que nunca antes se habían visto en otras religiones).

Por otra parte, Constantino retendría el título de "pontifex maximus" hasta su muerte, un título que los emperadores romanos llevaban como cabezas visibles del sacerdocio pagano

Según los escritores cristianos, Constantino se declararía finalmente, a sí mismo, cristiano cuando tenía más de cuarenta años, escribiendo a los cristianos para dejarles claro que creía deber su éxito a la protección del Dios cristiano.

Follis, moneda de Constantino con una representación del Sol Invictus
Constantino tampoco patrocinaría únicamente al cristianismo. Después de obtener la victoria en la batalla del Puente Milvio (312), mandó erigir un arco triunfal, el Arco de Constantino, el 315 D.C. para celebrarlo. El arco que está decorado con imágenes de la Victoria con trofeos y sacrificios a dioses como Apolo, Diana, y Hércules, no contiene ningún simbolismo cristiano. 

En el 321, Constantino dio instrucciones para que cristianos y no cristianos estuvieran unidos en la observación del "venerable día del sol", que hacía referencia a la esotérica adoración oriental al sol, que Aureliano había ayudado a introducir. Las monedas todavía llevarían los símbolos de culto al sol (Sol Invictus) hasta el 324. Incluso después de que los dioses paganos hubiesen desaparecido de las monedas, los símbolos cristianos aparecían sólo como atributos personales de Constantino: Ji y Ro entre sus manos o en su lábaro, pero nunca en la propia moneda. Incluso cuando Constantino dedicó la nueva capital de Constantinopla, que se convertiría en la sede de la cristiandad bizantina durante un milenio, lo hizo usando la diadema de rayos de sol de Apolo.

Concilia de Nicea - 325 D.C.
Habiendo dado Constantino preferencia al cristianismo, y adoptándolo como religión del estado como instrumento de unificación del impero y viendo los cismas doctrinales y de gobierno, convoca el Concilio de Nicea, en el 325 D.C. 

Durante las discusiones de carácter teológico en el consejo de Nicea, por el análisis de las cartas escritas por Constantino, se evidencia una gran carencia de formación teológica, y los estudiosos descartan la posibilidad de que él pudiese haber influido en la doctrina de la Iglesia debido justamente a este desconocimiento en teología. Muchos se preguntan por qué el papa Silvestre I no asistió a dicho concilio, siendo el más indicado para presidirlo. Por esto algunos creen que Constantino establecía una nueva religión, transfiriendo a ésta ornamentos paganos que les eran propios a los gentiles, adoptados y santificados por la Iglesia, que no afectaban ni alteraban la doctrina y enseñanzas cristianas de la Iglesia (Essay on the Development of Christian Doctrine de John Henry Newman, cardenal católico romano). 

De todos modos, él inauguró el concilio vestido imponentemente, dio un discurso inicial ataviado con telas y accesorios de oro, para demostrar justamente el poderío del Imperio por un lado, y el apoyo e interés al concilio desde el estado, por el otro. El estado proveyó de comida y alojamiento, e incluso de transporte, a los obispos que convergieron a Nicea para el concilio. Por otro lado, si bien habían existido concilios antes que el de Nicea, éste fue el primer concilio ecuménico (universal), con la participación de alrededor de 300 obispos (la mayoría de habla griega), lo cual representó una minoría ya que en todo el territorio del Imperio había cerca de 1000 obispos. La importancia del mismo reside en la formulación del Credo Niceno (redactado en griego, no en latín) que esencialmente permanece inalterado en su mensaje 1700 años después, y en establecer la idea de la relación estado-iglesia que permitiría la expansión del cristianismo con una vitalidad inédita

De ésta forma se compuso el credo niceno, a través de la decisión de un emperador pagano, en favor de las posturas de uno de los grupos presentes en el concilio, dicho credo es el resumen de la "doctrina cristiana".  Aquellos que no estuvieron de acuerdo con la decisión de Constantino, un no cristiano ni sacerdote, sobre quien era el dios cristiano, fueron excomulgados.

Cruz del buen Pastor del Papa Francisco I
Como ahora la Iglesia estaba organizada en patriarcados o diócesis, se les otorgó el mismo rango a los obispos de Roma, Alejandría, Antioquía y Jerusalem, confiriendoseles un nuevo título, el de Arzobispos. Una vez definida y organizada la religión, fue más fácil mantener unido al imperio.

Luego y a lo largo de la historia católica, fueron surgiendo diferencias que la fueron dividiendo, tales como el "Cisma de Oriente y Occidente" y "la Reforma y Contra reforma protestante", con el descubrimiento del nuevo continente, y dado el apetito por tierras y poder de la iglesia, se impuso a fuerza de espada a los aborígenes del nuevo mundo el cristianismo, suprimiendo así la cultura y religión de los mismos. Fue así como hasta el día de hoy tenemos tal proliferación de religiones cristianas, pues a un emperador  hace casi 1700 años se le ocurrió que debía mantener unificado a su imperio y que para hacerlo la religión era la vía más rápida. 

Entonces, cada vez que pienses por que crees en lo que crees, recuerda que si a Constantino se le hubiese ocurrido que el mitraísmo era más conveniente para sus intereses políticos, hoy, en lugar de adorar a Jesús, tu adorarías a Mitra, que por cierto, se parece bastante a él.


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